El Torneo del Fin del Mundo.
Qué pasaría si tuviéseis la oportunidad de convertiros en los amos del mundo? Y si para llegar a ello tuviéseis que ganar un torneo en el que solo puede quedar uno? Qué pasaría si los otros concursantes fuesen amigos tuyos y quisiesen también triunfar? Y si el torneo fuese de darse de hostias hasta la muerte? A quién coño le importa? Si en vez de vivirlo, lo podemos imaginar!
En cierto foro de cuyo nombre no quiero acordarme no ha mucho que vivía un director de juego llamado Sir Zinc. Organizó el torneo, y la sangre empezó a correr. 8 participantes. Solo puede quedar uno. Y el primero en luchar por "su vida" es un servidor.
El narrador, Zinc, comenta y adorna nuestros movimientos.
En cierto foro de cuyo nombre no quiero acordarme no ha mucho que vivía un director de juego llamado Sir Zinc. Organizó el torneo, y la sangre empezó a correr. 8 participantes. Solo puede quedar uno. Y el primero en luchar por "su vida" es un servidor.
Click para ampliar y ver a la gente a la que voy a dar una paliza.
El narrador, Zinc, comenta y adorna nuestros movimientos.
Foxanthas versus Guybrush
FIGHT!
""El Sol comenzó a salir en el horizonte dejando entrever, recortadas contra el horizonte, dos siluetas alargadas. Una de ellas blandía una enorme vara de metal, que hacía girar, calentando sus músculos, al unísono con una musiquilla que tarareaba una cancioncilla a un volumen tan poco audible que ni la otra figura, a escasos 5 metros de él, podía discernir de qué melodía se trataba. Él era Foxanthas Silentblade, y su pelo plateado reflejaba los rayos del Sol en el extenso campo de hierbas altas.
En cuanto al que estaba frente a él, era un joven distraido, de pelo largo y aspecto desaliñado. Con su mano derecha sujetaba la espada de su cinto, con aire taimado y alieno a la inmensa tensión que desprendía aquel enfrentamiento. Él era Guybrush Threepwood, un peligroso pirata!
Las finas hebras de hierba ondeaban al son del viento, creando un mar de verdor que cubría hasta el horizonte. Cada soplo de viento, por ligero que fuese, quedaba reflejado en la vegetación del lugar, que cubría hasta las rodillas a ambos contrincantes. Era un campo bonito, a decir verdad, demasiado bonito... Era un campo verde que pronto se teñiría de rojo sangre. Sólo una pregunta flotaba en el aire... ¿De quién sería esa sangre?
Guybrush Threepwood desenvainó su estoque con calma, cuidadosamente y emitiendo un ligero sonido del rozar del metal contra sus telas. Se colocó es postura de esgrima, flexionó las piernas, y alzó la espada con elegancia hacia su contrincante, que esperaba, atento, la acometida del pirata.
Fue fugaz, pocos humanos normales habrían podido distinguir el brillo del veloz acero de Guybrush, Pero Foxanthas Silentblade no era un humano normal. Tensando rápidamente su pierna izquierda se elevó por los aires esquivando el primer ataque del pirata y haciendo girar por el aire, su bastón color esmeralda para, al aterrizar a dos metros de distancia de Guybrush, aposentar con gran habilidad y velocidad el bastón sobre su hombro, apenas rozándole y tratando de mantener su sonrisa perpetua cuando se percató de que sus ropas estaban ligeramente desgarradas por allí por donde el estoque pasó.
Eso bastó para distraerle, ¡y Guybrush Threepwood no estaba dispuesto a cesar en su ataque!
Manteniendo la posición de elegante esgrima, Guybrush se abalanzó a toda velocidad sobre su contrincante listo para hendir repitiendo el ataque. Pero tras un parpadeo, Foxanthas ya no estaba allí. Había rodado de nuevo hacia la izquierda y por el suelo, demasiado rápido como para que Guybrush reaccionara a tiempo, que no pudo sino mover la hoja persiguiendo el destello plateado que dejó su contrincante al rodar bajo la hierba.
Para cuando el valeroso pirata quiso recuperar su posición de ataque, el hombre al que llamaban Foxanthas ya se había incorporado, dejando en el suelo su bastón esmeralda y agarrando su cimitarra con la diestra y un puñado de briznas de hierba con la siniestra. Foxanthas volvió a sonreír divertido al percatarse de la confusión que empezaba a poblar la mente de Guybrush Threepwood. Y pensar que tú y yo éramos compañeros antes y practicábamos juntos… Bueno, al menos así sabes que no me dejaré vencer tan fácilmente.
Guybrush Threepwood retomó la posición de guardia atenta, Foxanthas Silentblade observó divertido, colocándose las gafas –que se le habían deslizado ligeramente a lo largo de su nariz-…
La tensión colgaba de un hilo.
Y de repente, todo tembló, el suelo comenzó a removerse y a volverse engorroso y húmedo, la hierba empezó a consumirse tornándose cenizas y todo el terreno se inclinó de lado, obligando a los contrincantes a posicionar sus piernas de nuevo.
El bastón esmeralda comenzó a deslizarse, pero un ágil movimiento de talón lo detuvo en su sitio, quedando el arma bajo el pie de su propietario.
El terreno se había vuelto totalmente fangoso. El barro llegaba hasta los tobillos de los contrincantes cuando ambos se miraron fijamente, estudiándose, observando sus puntos fuertes y sus puntos débiles.
El temblor cesó y, en ese instante, Foxanthas saltó con celeridad en dirección a su contrincante, proyectando con el pie su bastón color esmeralda, que hábilmente interpuso su estoque, haciendo que el bastón rebotara y se perdiera en la inmensidad del vacío. En ese instante Fox había avanzado lo suficiente como para intentar un tajo trasversal en las tripas del pirata, pero en lugar de ello, se proyectó a si mismo por los aires, girando como una peonza, mientras Guybrush Threepwood pasaba, también de un salto, bajo él, quedando en una posición superior. El pirata desenvainó su machete con la izquierda, y el hombre al que llaman Foxanthas Silentblade agarró su cimitarra, en un movimiento casi simultaneo al de su contrincante.
Allí estaban los dos luchadores, cara a cara, cuando pudieron percatarse de que el terreno, poco a poco pero inexorablemente iba ganando en pendiente, quedando cada instante, Guybrush un poco más por encima de Foxanthas, que observaba sonriente el filo de su estoque, mientras juraba por dentro que ¡Alguien iría a buscar su bastón!
La voz de Guybrush sonó cortante: ”Sí, siempre hemos sido muy buenos, Fox…” y, a pesar de la sonrisa, se podía discernir la tensión en su mirada. Foxanthas sonrió, asintiendo con la cabeza.
Los pies del pirata se movieron, desencajándose del barro que los aprisionaba y, en ese momento, deslizó su estoque en un ataque de derecha a izquierda que a Foxanthas no le costó evitar pivotando hacia atrás. Fue en ese momento, cuando el estoque de Guybrush aun no había terminado de trazar su trayectoria, que el valeroso pirata saltó fugazmente sobre el barro y con los pies por delante, deslizándose pendiente abajo en dirección a Foxanthas.
Enseguida Fox supo lo que hacer, girar sobre si mismo y a la izquierda para dejarle atrás, pero algo ocurrió cuando flexionó sus músculos, ¡Tenía los pies encallados en el barro! Se movió, pero ese fragmento de segundo que había perdido bastó para que Guybrush Threepwood ya estuviera a su altura, deslizándose por el barro y con el estoque atravesándole el costado.
Foxanthas quiso saltar para apartarse de él, pero con dos palmos de acero clavados entre sus costillas le resultó imposible. Cayó de rodillas, aun sonriendo, y después giró sobre sí mismo por la inercia que Guybrush portaba en la caída y quedó boca arriba tendido en el suelo y con un pulmón perforado.
El pirata bloqueó su descenso estirando la pierna y se puso en pie, estoque en diestra, machete en siniestra y respirando con dificultad…
Guybrush Threepwood flexionó las piernas un instante y se impulsó hacia arriba, corriendo, no sin dificultad, para llegar hasta Foxanthas, que abrió las manos con un gesto de dolor soltando sus armas.
El pirata llegó de un saltó y le aplastó la muñeca derecha con la bota a Fox, que gimiendo de dolor agarró un gran pegote de barro con la otra mano y se lo lanzó a Guybrush. Pero el dolor era demasiado y erró el blanco.
Foxanthas Silentblade tenía ahora la punta del estoque del pirata clavada ligeramente en su yugular, de la que manaba un hilillo de sangre.
-¿Te rindes?
-Muy bien Guybrush, no tengo más remedio…- Dijo Fox siseando y con dificultad; sacó su cuchillo arrojadizo con dos dedos, despacio, y lo dejó en el suelo.
Guybrush Threepwood comenzó a patear las armas de Foxanthas para que cayesen pendiente abajo. Pero el hombre de cabellos plateados no estaba dispuesto a dejarse vencer todavía, ¡no sin derramar unas gotas más de sangre!
Así que agarró con la mano libre el estoque del estupefacto pirata y lo clavó con decisión en la bota que lo aprisionaba, atravesando cuero, carne y hueso; y dejando su mano malherida.
Guybrush alzó el pie con un gesto de dolor en el rostro y Foxanthas agarró su cimitarra con celeridad antes de que se deslizase fuera de su alcance.
La trayectoria estaba clara, un arco ascendente desde el suelo hacia la mano del pirata…
¡Guybrush no dudó! Y con un movimiento veloz sacó el estoque de su pie y atravesó el cuello de Foxanthas, que con su último aliento cercenó limpiamente la mano del pirata y susurró unas palabras inaudibles y siseantes que se perdieron en el viento.
-Lo lamento, viejo amigo…""
Jiji... primero Fox... luego... EL MUNDO! (y eso que yo era de los que se conformaba con una isla en el Caribe...) Solo quedan 7. Seguiremos informando.
El video es para crear ambiente y eso... y para demostrar que no toda la música mákina es mierda.
""El Sol comenzó a salir en el horizonte dejando entrever, recortadas contra el horizonte, dos siluetas alargadas. Una de ellas blandía una enorme vara de metal, que hacía girar, calentando sus músculos, al unísono con una musiquilla que tarareaba una cancioncilla a un volumen tan poco audible que ni la otra figura, a escasos 5 metros de él, podía discernir de qué melodía se trataba. Él era Foxanthas Silentblade, y su pelo plateado reflejaba los rayos del Sol en el extenso campo de hierbas altas.
En cuanto al que estaba frente a él, era un joven distraido, de pelo largo y aspecto desaliñado. Con su mano derecha sujetaba la espada de su cinto, con aire taimado y alieno a la inmensa tensión que desprendía aquel enfrentamiento. Él era Guybrush Threepwood, un peligroso pirata!
Las finas hebras de hierba ondeaban al son del viento, creando un mar de verdor que cubría hasta el horizonte. Cada soplo de viento, por ligero que fuese, quedaba reflejado en la vegetación del lugar, que cubría hasta las rodillas a ambos contrincantes. Era un campo bonito, a decir verdad, demasiado bonito... Era un campo verde que pronto se teñiría de rojo sangre. Sólo una pregunta flotaba en el aire... ¿De quién sería esa sangre?
Guybrush Threepwood desenvainó su estoque con calma, cuidadosamente y emitiendo un ligero sonido del rozar del metal contra sus telas. Se colocó es postura de esgrima, flexionó las piernas, y alzó la espada con elegancia hacia su contrincante, que esperaba, atento, la acometida del pirata.
Fue fugaz, pocos humanos normales habrían podido distinguir el brillo del veloz acero de Guybrush, Pero Foxanthas Silentblade no era un humano normal. Tensando rápidamente su pierna izquierda se elevó por los aires esquivando el primer ataque del pirata y haciendo girar por el aire, su bastón color esmeralda para, al aterrizar a dos metros de distancia de Guybrush, aposentar con gran habilidad y velocidad el bastón sobre su hombro, apenas rozándole y tratando de mantener su sonrisa perpetua cuando se percató de que sus ropas estaban ligeramente desgarradas por allí por donde el estoque pasó.
Eso bastó para distraerle, ¡y Guybrush Threepwood no estaba dispuesto a cesar en su ataque!
Manteniendo la posición de elegante esgrima, Guybrush se abalanzó a toda velocidad sobre su contrincante listo para hendir repitiendo el ataque. Pero tras un parpadeo, Foxanthas ya no estaba allí. Había rodado de nuevo hacia la izquierda y por el suelo, demasiado rápido como para que Guybrush reaccionara a tiempo, que no pudo sino mover la hoja persiguiendo el destello plateado que dejó su contrincante al rodar bajo la hierba.
Para cuando el valeroso pirata quiso recuperar su posición de ataque, el hombre al que llamaban Foxanthas ya se había incorporado, dejando en el suelo su bastón esmeralda y agarrando su cimitarra con la diestra y un puñado de briznas de hierba con la siniestra. Foxanthas volvió a sonreír divertido al percatarse de la confusión que empezaba a poblar la mente de Guybrush Threepwood. Y pensar que tú y yo éramos compañeros antes y practicábamos juntos… Bueno, al menos así sabes que no me dejaré vencer tan fácilmente.
Guybrush Threepwood retomó la posición de guardia atenta, Foxanthas Silentblade observó divertido, colocándose las gafas –que se le habían deslizado ligeramente a lo largo de su nariz-…
La tensión colgaba de un hilo.
Y de repente, todo tembló, el suelo comenzó a removerse y a volverse engorroso y húmedo, la hierba empezó a consumirse tornándose cenizas y todo el terreno se inclinó de lado, obligando a los contrincantes a posicionar sus piernas de nuevo.
El bastón esmeralda comenzó a deslizarse, pero un ágil movimiento de talón lo detuvo en su sitio, quedando el arma bajo el pie de su propietario.
El terreno se había vuelto totalmente fangoso. El barro llegaba hasta los tobillos de los contrincantes cuando ambos se miraron fijamente, estudiándose, observando sus puntos fuertes y sus puntos débiles.
El temblor cesó y, en ese instante, Foxanthas saltó con celeridad en dirección a su contrincante, proyectando con el pie su bastón color esmeralda, que hábilmente interpuso su estoque, haciendo que el bastón rebotara y se perdiera en la inmensidad del vacío. En ese instante Fox había avanzado lo suficiente como para intentar un tajo trasversal en las tripas del pirata, pero en lugar de ello, se proyectó a si mismo por los aires, girando como una peonza, mientras Guybrush Threepwood pasaba, también de un salto, bajo él, quedando en una posición superior. El pirata desenvainó su machete con la izquierda, y el hombre al que llaman Foxanthas Silentblade agarró su cimitarra, en un movimiento casi simultaneo al de su contrincante.
Allí estaban los dos luchadores, cara a cara, cuando pudieron percatarse de que el terreno, poco a poco pero inexorablemente iba ganando en pendiente, quedando cada instante, Guybrush un poco más por encima de Foxanthas, que observaba sonriente el filo de su estoque, mientras juraba por dentro que ¡Alguien iría a buscar su bastón!
La voz de Guybrush sonó cortante: ”Sí, siempre hemos sido muy buenos, Fox…” y, a pesar de la sonrisa, se podía discernir la tensión en su mirada. Foxanthas sonrió, asintiendo con la cabeza.
Los pies del pirata se movieron, desencajándose del barro que los aprisionaba y, en ese momento, deslizó su estoque en un ataque de derecha a izquierda que a Foxanthas no le costó evitar pivotando hacia atrás. Fue en ese momento, cuando el estoque de Guybrush aun no había terminado de trazar su trayectoria, que el valeroso pirata saltó fugazmente sobre el barro y con los pies por delante, deslizándose pendiente abajo en dirección a Foxanthas.
Enseguida Fox supo lo que hacer, girar sobre si mismo y a la izquierda para dejarle atrás, pero algo ocurrió cuando flexionó sus músculos, ¡Tenía los pies encallados en el barro! Se movió, pero ese fragmento de segundo que había perdido bastó para que Guybrush Threepwood ya estuviera a su altura, deslizándose por el barro y con el estoque atravesándole el costado.
Foxanthas quiso saltar para apartarse de él, pero con dos palmos de acero clavados entre sus costillas le resultó imposible. Cayó de rodillas, aun sonriendo, y después giró sobre sí mismo por la inercia que Guybrush portaba en la caída y quedó boca arriba tendido en el suelo y con un pulmón perforado.
El pirata bloqueó su descenso estirando la pierna y se puso en pie, estoque en diestra, machete en siniestra y respirando con dificultad…
Guybrush Threepwood flexionó las piernas un instante y se impulsó hacia arriba, corriendo, no sin dificultad, para llegar hasta Foxanthas, que abrió las manos con un gesto de dolor soltando sus armas.
El pirata llegó de un saltó y le aplastó la muñeca derecha con la bota a Fox, que gimiendo de dolor agarró un gran pegote de barro con la otra mano y se lo lanzó a Guybrush. Pero el dolor era demasiado y erró el blanco.
Foxanthas Silentblade tenía ahora la punta del estoque del pirata clavada ligeramente en su yugular, de la que manaba un hilillo de sangre.
-¿Te rindes?
-Muy bien Guybrush, no tengo más remedio…- Dijo Fox siseando y con dificultad; sacó su cuchillo arrojadizo con dos dedos, despacio, y lo dejó en el suelo.
Guybrush Threepwood comenzó a patear las armas de Foxanthas para que cayesen pendiente abajo. Pero el hombre de cabellos plateados no estaba dispuesto a dejarse vencer todavía, ¡no sin derramar unas gotas más de sangre!
Así que agarró con la mano libre el estoque del estupefacto pirata y lo clavó con decisión en la bota que lo aprisionaba, atravesando cuero, carne y hueso; y dejando su mano malherida.
Guybrush alzó el pie con un gesto de dolor en el rostro y Foxanthas agarró su cimitarra con celeridad antes de que se deslizase fuera de su alcance.
La trayectoria estaba clara, un arco ascendente desde el suelo hacia la mano del pirata…
¡Guybrush no dudó! Y con un movimiento veloz sacó el estoque de su pie y atravesó el cuello de Foxanthas, que con su último aliento cercenó limpiamente la mano del pirata y susurró unas palabras inaudibles y siseantes que se perdieron en el viento.
-Lo lamento, viejo amigo…""
Jiji... primero Fox... luego... EL MUNDO! (y eso que yo era de los que se conformaba con una isla en el Caribe...) Solo quedan 7. Seguiremos informando.
Etiquetas: Rol
3 Gilichorradas:
Joer, pues queda larguísimo así, no pensé que fuera tan largo :-P
Pues... digo yo... ¿en vez de hacer estos torneos, porqué no usar vuestra desbordante imaginación para forraros con novelas a los Terry Pratchet?
¡Que se ve que os sobra, queridos!
Pues eso va a ser buena idea...
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